A efectos didácticos hay dos clases de economistas: los pedagogos y los crípticos. Roberto López Abad (Alcoy, 1955), director general de la CAM, pertenece al primer grupo y lo demostró ayer durante sus 50 minutos de intervención en el Foro Joly celebrado en Sevilla bajo la moderación de Francisco Ferraro, catedrático de Economía Aplicada y miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly. Inexorablemente, la crisis es el tema. Con mayúsculas. Y López Abad tocó las claves que han confluido hasta la fecha para que muchos teman un escenario peor que el del 29. "Han coincidido a nivel mundial tres crisis: la de los precios de las materias primas, la inmobiliaria y la financiera". En España interesan obviamente las dos últimas por motivos de coyuntura pero también de estructura. Es ahí donde el directivo de la caja alicantina lanzó su opinión más rotunda justo cuando muchos recelan de los pasos seguidos en los ya pasados años de formidable crecimiento nacional. "Hay elementos como para poder pensar que en un futuro no demasiado lejano habrá rebote en el sector inmobiliario (...). Sin el ladrillo no salimos de ésta", advirtió. En el turno de preguntas concretó su pronóstico sobre la recuperación. "Necesitamos tres o cuatro años de margen".López Abad dedicó a la construcción algunas cifras significativas que en su opinión desaconsejan un cambio radical del modelo productivo. "El sector ha generado en los últimos tiempos un 12,3% del valor añadido bruto, un 13% de empleo y un 35% del total de nuevos puestos de trabajo en España. No nos va a salvar, pero es un sector clave, potente para nuestra economía, y tenemos que recuperarlo ya", dijo. La reflexión vino acompañada de otra más pesimista. "¿Hay acaso muchas alternativas de sustitución para generar riqueza? A medio plazo hay que transformar nuestra posición competitiva, lo que puede llevar hasta dos décadas de esfuerzos, y es obvio que todos pensamos en el I+D+I, pero se trata de un ámbito difuso que cada uno enfoca de distinta manera".Conclusión: el ladrillo no pone huevos de oro pero conserva sus potencialidades. ¿Por qué? "Porque los factores que propiciaron la expansión del sector siguen intactos", destacó el director general de la CAM antes de enumerarlos: "Los jóvenes seguirán incorporándose al mercado laboral; los inmigrantes seguirán llegando porque no estamos al nivel histórico de incorporaciones de Alemania o Inglaterra; y la crisis alimenta la expectativa de unos tipos de interés bajos cuya máxima expresión puede ser el 0% para el área dólar en dos o tres meses".El optimismo del conferenciante no oculta su inquietud. La horquilla de viviendas sin vender oscila entre las 600.000 y el millón. López Abad describió la dimensión del parón con una demoledora comparación. "En el segundo trimestre de 2006 se levantaron más de 200.000 viviendas; en el último trimestre de este año, apenas 24.000". Existe, por cierto, una cifra aún más brutal: en todo 2009 se construirán 150.000, las mismas que en 1960. "Con una serie de ajustes adicionales a los ya adoptados por el Gobierno, sería asequible mejorar las condiciones de financiación y la colocación del stock actual", señaló.La pata financiera de la crisis es otra cosa. "Nos ha caído del cielo, ha sido una sorpresa", lamentó López Abad. Ahí va la secuencia. "En los últimos años, la economía española creció más incluso de lo que su potencialidad indicaba. Hemos invertido casi diez puntos más de lo que ahorrábamos y la consecuencia es que se pide crédito a las entidades financieras y se acumula un stock de deuda equivalente al 130% del PIB". Aunque admitió que "el modelo era insostenible", el dirigente financiero introdujo un matiz justificativo. "España acababa de entrar en el club de los ricos y eso sólo se logra con inversiones dentro y fuera del país".El círculo del despropósito se cierra con la falta de liquidez: los bancos dejan de prestarse dinero y de prestarlo al cliente y el motor de la economía "se gripa". López Abad aportó dos reacciones posibles. Dejar de consumir, invertir e importar o "vender las joyas de la corona" a los países emergentes, "esos que quizás sustituyan al actual club de ricos".La frialdad del diagnóstico contrasta nuevamente con la esperanza del tratamiento. "El saldo a favor en nuestras cuentas públicas es tremendo; el sector público debe tirar de talón y está bien que lo haga cuando el sector privado no puede". La deuda pública española se situó en 2007 en el 36,2% del PIB. Es un buen dato si se observa el entorno euro, donde ascendió en ese mismo periodo al 66,3%. El Ejecutivo tendrá que revisar no obstante su cándido 38,8% para 2009, calculado en septiembre, cuando la crisis no impactaba tanto.Al músculo del Estado se unen otras condiciones favorables. "Las medidas del Gobierno están consensuadas, existe una conciencia importante sobre la gravedad de la situación y tenemos un número uno, EEUU, que nos sacará una vez más las castañas del fuego porque Bernanke [presidente de la Reserva Federal] es entre otras cosas experto en crisis bancarias", resumió. La bajada de la inflación y el "tajo a los tipos" también dejarán cierto margen "a la alegría".En el tramo final de su discurso, López Abad entonó el mea culpa y habló de una responsabilidad compartida en la gestación de la supercrisis. "Es cierto que los bancos y cajas rebajamos las exigencias en materia de riesgo y que la masa de crédito creció exageradamente, pero otros agentes tampoco hicieron del todo sus deberes". Entre ellos, "los bancos centrales, que tenían que haber encarecido los tipos y creado condiciones más exigentes" en el acceso a los préstamos. "Los gobiernos podrían haber aplicado una política fiscal más restrictiva e incluso los ciudadanos podían haber pedido menos créditos". Como guinda, un dato alentador muy en la línea de su filosofía posibilista. "Todos los tiempos de crisis lo son también de oportunidad: el 65% de las empresas de EEUU se crearon justo en esos momentos"
Hace 1 semana
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