El canal británico de televisión "Sky Real Lives" retransmitió la otra noche un documental que, bajo el título "¿Derecho a morir?" incluía unas sorprendentes imágenes: la grabación del suicidio asistido, en septiembre de 2006, de un hombre. Craig Ewert, profesor universitario de 59 años, que padecía una enfermedad neuronal degenerativa incurable que le paralizaba el cuerpo y que le habría conducido a la muerte natural en un máximo de cinco años. Nunca hasta ahora se había emitido en una televisión el suicidio de un hombre asistido por una clínica, en este caso el centro suizo Dignitas de Zurich. Allí, recostado sobre una cama, Ewert recibió por propia voluntad, y previa voluntad expresa, un vaso con una dosis mortal de un somnífero que ingirió a través de una pajita y posteriormente accionó con su boca un reloj con temporizador que desactivó el sistema de respiración asistida. Tres cuartos de hora se estuvo grabando la macabra escena hasta que Craig Ewert dejó de respirar. Esta emisión de un suicidio no sólo ha reabierto en el Reino Unido el complejo debate moral sobre el derecho de un enfermo incurable a "morir dignamente" sino un debate de índole ético sobre el papel de los medios de comunicación y la idoneidad de retransmitir este tipo de episodios. Idoneidad que en este caso carece de sentido desde todo punto de vista. A veces la ética, también muere por televisión.
Hace 1 semana
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