jueves, 4 de diciembre de 2008

Las otras 3 C's: competentes, comprometidos y contentos

Aun con la resaca (no etílica sino sentimental) de mi reciente estancia en Cádiz, conversando con mi amigo Aurelio sobre el concepto de las Ciudades Creativas de Richard Florida (http://creativeclass.com/), y su discurso sobre las tres c's ( cultura, clima y cocina ), nos salió la vena gaditana y rápidamente, cual letrílla de Carnaval, nos salieron no otras tres, sino hasta cinco. A saber: cultura, clima, cocina, carnaval y cachondeo.
La verdad es que esto de jugar con los números y letras da mucho de si.
Lo importante, realmente, es que cale el concepto.
Algo más en serio podrían ser estas otras 3 c's: LAS TRES C DE LAS EMPRESAS Y EMPRESARIOS EXITOSOS (Luis R. González)
El conocimiento adquirido a lo largo de muchos años de estudio y de experiencia
profesional nos convence, cada vez más, que las empresas más exitosas se caracterizan
por la participación dinámica de seres humanos que manifiestan con intensidad tres
cualidades que comienzan con la letra C: Seres humanos competentes,
comprometidos y contentos.
En primer lugar, son todos competentes: llenan a cabalidad los requisitos de los puestos
que ocupan; están educados, adiestrados, y capacitados para realizar a niveles de
excelencia las funciones asignadas. Su habilidad para mantenerse competentes de año en
año revela una apertura al aprendizaje continuo, al peritaje actualizado, a la maestría
cabal de las disciplinas que practican. Esta permanente y humilde actitud de eterno
aprendiz los hace flexibles ante el cambio, juvenilmente entusiastas ante la innovación, y
valerosamente prestos a aplicar en el fragor cotidiano el nuevo conocimiento adquirido.
Dichosas las empresas que cuentan con funcionarios competentes, porque la calidad de
sus procesos y productos siempre será de primera.
En segundo lugar, están comprometidos con la empresa, con sus colegas, con su trabajo.
Entienden la misión institucional de la organización, y creen en ella, la aman, se
identifican con ella. Le ven su legítimo valor social. Se sienten orgullosos de ser parte
de ella, y aportan a su realización con esmero y total generosidad. Se entregan sin
denuedo. Si así no fuera, su conciencia e integridad los obliga a retirarse, a buscar playas
más amistosas. Benditas las empresas que cuentan con funcionarios comprometidos,
porque cada uno de ellos es un nuevo fundador, un custodio de su crítica misión, un
aliado totalmente confiable.
En tercer lugar, están contentos. Su nivel de compatibilidad personal con el trabajo que
realizan es tan alto, que el trabajo parece ser una mera extensión de su persona. El puesto
que ocupan se parece a ellos; las destrezas que éste requiere son parte de su estilo
personal: son zapateros en función de sus zapatos. No hay violencia entre sus
preferencias y estilos personales y las exigencias de su puesto porque ambas son las dos
caras de una misma realidad, la simbiosis entre el creador y lo creado, entre el violinista y
el violín, entre el agente y la imagen-semejanza del producto de sus actos. Por eso su
trabajo es su propia recompensa; se sienten afortunados recibiendo paga por trabajo que
harían gratis. Levantarse por la mañana para irse a trabajar es una bendición, un llamado
a la grandeza, al gozo creativo de aportar, diseñar y construir un mundo nuevo cada día.
Bienaventuradas las empresas que cuentan con funcionarios contentos, porque ellos crean
a su alrededor el entorno donde se manifiesta el misterio gozoso de la encarnación de un
Creador.
Está científicamente comprobado que el empleado competente, comprometido y contento
produce el doble de lo que produce el empleado mediocre y tres veces más que el
empleado inferior
. ¿Por qué no rodearnos SOLAMENTE de empleados-estrellas? El
reto del empresario es ¿Cómo muevo a todos mis empleados al nivel de excelencia,
compromiso y gozo creador que mi misión institucional me pide y reclama? Y éste,
como todos los retos, es uno fuerte, pero definitivamente, no es imposible. Créemelo;
existen las formas para hacerlo.

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