De todas las definiciones de “administrar”, una de las más adecuadas puedes ser esta: “hacer las cosas a través de los demás; a través de un ministro”. Si eso es administrar, entonces para hacer eso, entonces hay que delegar.
¿Sabe usted delegar?
Para delegar hay que confiar.
¿Confía usted?¿Sabe confiar?.
Para depositar la fe (confidere) en los demás, hay que fijarse muy bien en dos cosas, a saber: la aptitud y la actitud. Mucho se parecen los dos vocablos pero ¿Cuál es más importante?
Nos pasamos la vida invirtiendo tiempo y dinero en el desarrollo de habilidades y en la adquisición de conocimientos. Hacemos lo mismo con nuestros hijos y en las empresas; la formación es un tanto de lo mismo.
Pareciera que es lo más importante. Conocimientos, habilidades e inteligencia abstracta. Piensen bien en estos dos pilares y respóndanse cual es realmente más importante.
Nueve de cada diez veces, la gente ante este planteamiento contesta: la actitud.
¿Qué hay en la actitud? Solo “uves”. Valores y virtudes. Discriminadas de estas, el compromiso con la verdad y la voluntad. Todo esto constituye la tan referida “Inteligencia Emocional”.
Al elegir a través de quienes habremos de delegar y construir un equipo, debemos mirar sus virtudes y sus valores. El éxito se consigue a través de la actitud mental positiva.
Nuestro equipo debe ser leal, solidario, honesto, honrado, alegre, veraz, voluntarioso, caritativo y esperanzado, y si no lo es, debemos empezar a despedir.
Cueste lo que cueste, las dos grandes virtudes gerenciales son solo dos: contratar y despedir (to hire and to fire). Y la contratación y el despido se pueden ejercer internamente. Refrendar el contrato o alejar a los defenestrables de nuestra área para que no hagan daño.
Revisemos nuestro Capital Humano, por pequeña que sea la Organización, y miremos cómo andamos de “uves”. La falta de las mismas cuesta mucho. Desgasta, mina, destruye, resta.
Hay que arar con los bueyes que tenemos, pero también se pueden cambiar, o incorporar un tractor.
¿Sabe usted delegar?
Para delegar hay que confiar.
¿Confía usted?¿Sabe confiar?.
Para depositar la fe (confidere) en los demás, hay que fijarse muy bien en dos cosas, a saber: la aptitud y la actitud. Mucho se parecen los dos vocablos pero ¿Cuál es más importante?
Nos pasamos la vida invirtiendo tiempo y dinero en el desarrollo de habilidades y en la adquisición de conocimientos. Hacemos lo mismo con nuestros hijos y en las empresas; la formación es un tanto de lo mismo.
Pareciera que es lo más importante. Conocimientos, habilidades e inteligencia abstracta. Piensen bien en estos dos pilares y respóndanse cual es realmente más importante.
Nueve de cada diez veces, la gente ante este planteamiento contesta: la actitud.
¿Qué hay en la actitud? Solo “uves”. Valores y virtudes. Discriminadas de estas, el compromiso con la verdad y la voluntad. Todo esto constituye la tan referida “Inteligencia Emocional”.
Al elegir a través de quienes habremos de delegar y construir un equipo, debemos mirar sus virtudes y sus valores. El éxito se consigue a través de la actitud mental positiva.
Nuestro equipo debe ser leal, solidario, honesto, honrado, alegre, veraz, voluntarioso, caritativo y esperanzado, y si no lo es, debemos empezar a despedir.
Cueste lo que cueste, las dos grandes virtudes gerenciales son solo dos: contratar y despedir (to hire and to fire). Y la contratación y el despido se pueden ejercer internamente. Refrendar el contrato o alejar a los defenestrables de nuestra área para que no hagan daño.
Revisemos nuestro Capital Humano, por pequeña que sea la Organización, y miremos cómo andamos de “uves”. La falta de las mismas cuesta mucho. Desgasta, mina, destruye, resta.
Hay que arar con los bueyes que tenemos, pero también se pueden cambiar, o incorporar un tractor.
1 comentario:
muy buena entrada, buena reflexión josé maría.
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