Los cambios económicos que Barack Obama y su nuevo equipo pretenden serán irrealizables sin una nueva cultura empresarial. El cuestionado liderazgo económico de Estados Unidos se enfrenta a serios problemas de credibilidad y legitimidad. El fraude de Enron, como ejemplo de los problemas de hace sólo unos pocos años, ha quedado en un juego de niños frente a la profunda crisis que se abre entre las hipotecas subprime y la codicia del truhán Madoff. Una industria pesada agonizante, unas finanzas bancarias podridas parcialmente por activos basura y una avaricia sin límite de sus élites sociales y económicas. Con estos cimientos, el cambio de Obama no tiene una base sólida.
La fortaleza militar o económica, si no es ejemplar, se ha mostrado insuficiente en este contexto. Estados Unidos necesita un nuevo liderazgo empresarial tanto como el político que representa Barack Obama. Y el nuevo presidente necesita una élite empresarial dispuesta a acompañar y liderar ese cambio, con nuevos valores y una nueva cultura de la responsabilidad. Algunas iniciativas empresariales ya están marcando los primeros movimientos.
La carta de los emprendedores a Obama, impulsada por la Fundación Erwing Marion Kauffman y publicada recientemente a través de un anuncio en The Wall Street Journal y en su web, defiende el papel de los emprendedores ante la crisis: 'En medio de la peor crisis financiera de las últimas décadas, todos nosotros necesitamos trabajar juntos para relanzar la economía de América. Afortunadamente, hay 600.000 nuevos contribuyentes económicos que están listos para ayudar. Son los emprendedores americanos que comenzaron sus negocios en 2008. Los emprendedores inventan, innovan y mejoran los estándares de vida de la sociedad. Son los conductores del crecimiento y los creadores de empleos de nuestra sociedad (…). Porque los emprendedores de hoy -y los millones que seguirán sus pasos- sacarán a América de nuestros problemas económicos y nos pondrán de nuevo en el camino de la prosperidad (…)-'.
En el otro extremo de la dimensión corporativa, la petición de 50 de los grandes CEO norteamericanos al nuevo presidente, publicado por la revista Business Week, ilustra bien esta voluntad colectiva de resurgimiento de un nuevo modelo de liderazgo empresarial. Piden, por ejemplo, más impuestos para fortalecer lo público y mayor protagonismo del Gobierno en la vida económica. ¿El mundo al revés? No, el mundo lúcido que sabe que la avaricia ya no garantiza la seguridad. Y que sin ella, no hay futuro económico.
Emprendedores individuales o directivos de las primeras multinacionales del mundo quieren contribuir con su compromiso personal al cambio de Obama y están reclamando a gritos reformas que refuercen la confianza, revitalicen la economía real y, sobre todo, que devuelvan la ilusión a empresas y ciudadanos.
El hombre que ocupará la Casa Blanca a partir de mañana quiere impulsar una 'nueva ética de la responsabilidad' para afrontar estos tiempos de crisis. Una nueva ética que contribuya a reequilibrar el país, a regresar a un capitalismo más humano en el que se promueva la prosperidad desde abajo y se compartan de manera más justa 'los beneficios y las cargas'.
La ética de Obama puede abrir una era en que la modestia y la autocontención sean bien vistas. Para el presidente electo, 'la noción de reparto de beneficios y cargas es algo que se ha perdido durante demasiado tiempo y que me gustaría ver restaurado'.
Pero Obama no camina solo. El primer ministro británico Gordon Brown, en un artículo publicado en el conservador The Daily Telegraph, planteaba los tres pilares éticos sobre los que deben cimentarse los mercados de la era global, en contraposición al desenfreno que ha originado la crisis financiera. Brown afirmaba que el sistema financiero del futuro debe basarse en los principios de 'justicia, administración responsable y cooperación' y añadía que 'el sistema financiero debe actuar con justicia: recompensar el trabajo, el esfuerzo y la responsabilidad en la toma de riesgos, y rechazar, en cambio, la irresponsabilidad'.
Una nueva alianza política y empresarial, basada en la ética y la gobernabilidad responsable, puede gestionar el shock económico y financiero global. Nunca como hasta ahora política y economía se han necesitado tanto. Es una oportunidad para otra política y para otra economía. No hay tiempo que perder.
La fortaleza militar o económica, si no es ejemplar, se ha mostrado insuficiente en este contexto. Estados Unidos necesita un nuevo liderazgo empresarial tanto como el político que representa Barack Obama. Y el nuevo presidente necesita una élite empresarial dispuesta a acompañar y liderar ese cambio, con nuevos valores y una nueva cultura de la responsabilidad. Algunas iniciativas empresariales ya están marcando los primeros movimientos.
La carta de los emprendedores a Obama, impulsada por la Fundación Erwing Marion Kauffman y publicada recientemente a través de un anuncio en The Wall Street Journal y en su web, defiende el papel de los emprendedores ante la crisis: 'En medio de la peor crisis financiera de las últimas décadas, todos nosotros necesitamos trabajar juntos para relanzar la economía de América. Afortunadamente, hay 600.000 nuevos contribuyentes económicos que están listos para ayudar. Son los emprendedores americanos que comenzaron sus negocios en 2008. Los emprendedores inventan, innovan y mejoran los estándares de vida de la sociedad. Son los conductores del crecimiento y los creadores de empleos de nuestra sociedad (…). Porque los emprendedores de hoy -y los millones que seguirán sus pasos- sacarán a América de nuestros problemas económicos y nos pondrán de nuevo en el camino de la prosperidad (…)-'.
En el otro extremo de la dimensión corporativa, la petición de 50 de los grandes CEO norteamericanos al nuevo presidente, publicado por la revista Business Week, ilustra bien esta voluntad colectiva de resurgimiento de un nuevo modelo de liderazgo empresarial. Piden, por ejemplo, más impuestos para fortalecer lo público y mayor protagonismo del Gobierno en la vida económica. ¿El mundo al revés? No, el mundo lúcido que sabe que la avaricia ya no garantiza la seguridad. Y que sin ella, no hay futuro económico.
Emprendedores individuales o directivos de las primeras multinacionales del mundo quieren contribuir con su compromiso personal al cambio de Obama y están reclamando a gritos reformas que refuercen la confianza, revitalicen la economía real y, sobre todo, que devuelvan la ilusión a empresas y ciudadanos.
El hombre que ocupará la Casa Blanca a partir de mañana quiere impulsar una 'nueva ética de la responsabilidad' para afrontar estos tiempos de crisis. Una nueva ética que contribuya a reequilibrar el país, a regresar a un capitalismo más humano en el que se promueva la prosperidad desde abajo y se compartan de manera más justa 'los beneficios y las cargas'.
La ética de Obama puede abrir una era en que la modestia y la autocontención sean bien vistas. Para el presidente electo, 'la noción de reparto de beneficios y cargas es algo que se ha perdido durante demasiado tiempo y que me gustaría ver restaurado'.
Pero Obama no camina solo. El primer ministro británico Gordon Brown, en un artículo publicado en el conservador The Daily Telegraph, planteaba los tres pilares éticos sobre los que deben cimentarse los mercados de la era global, en contraposición al desenfreno que ha originado la crisis financiera. Brown afirmaba que el sistema financiero del futuro debe basarse en los principios de 'justicia, administración responsable y cooperación' y añadía que 'el sistema financiero debe actuar con justicia: recompensar el trabajo, el esfuerzo y la responsabilidad en la toma de riesgos, y rechazar, en cambio, la irresponsabilidad'.
Una nueva alianza política y empresarial, basada en la ética y la gobernabilidad responsable, puede gestionar el shock económico y financiero global. Nunca como hasta ahora política y economía se han necesitado tanto. Es una oportunidad para otra política y para otra economía. No hay tiempo que perder.
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