lunes, 17 de noviembre de 2008

Responsabilidad, con los cinco sentidos.

Una lectura reciente ( La sensación de fluidez, de Juan Carlos Cubeiro) me ha permitido realizar un viaje personal y profesional, dejándome llevar por la consciencia y la inconsciencia de cada uno de nuestros cinco sentidos a la hora de enfrentarnos a nuestras responsabilidades.

La vista, o mejor dicho, la visión –por más señas, compartida- permite a la organización tener una idea clara y común de objetivos, de estrategias, de políticas y en última instancia, de cuál es la Misión de la organización. Cuando desde lo más alto del equipo se establecen las pautas que han de dirigir el funcionamiento y el destino de la organización, y esto se hace de manera que sea conocido, entendido y asumido por todos los miembros, hemos conseguido introducir, a modo de micro código, uno de los elementos fundamentales para garantizar el éxito y la consecución de la Misión empresarial.

El olfato es el segundo de los sentidos que hemos de aplicar con buen tino, para conseguir el objetivo deseado. De todos es conocida la expresión “tener olfato para los negocios”. Podemos formular la expresión de otra manera, más relacionada con la intuición, siempre necesaria a la hora de tomar cualquier decisión. Pues bien, en términos de RSC, también es necesario aplicar (diría más; haber aplicado) una buena cantidad de olfato para haberla situado con la prioridad necesaria dentro de las estrategias de la organización. Hoy aún no es tarde, ni siquiera en estos tiempos de crisis, pero son evidentes los logros y aquellas empresas y administraciones que ya han recorrido un buen trecho en esta senda.

El oído, es también una de las cualidades más desarrolladas por los seres más inteligentes. En el reino animal, está demostrado que tanto por tierra, mar como por aire, los ejemplares que tiene más desarrollada la escucha (aquí ampliaría diciendo escucha atenta) son además animales con sobradas muestras de inteligencia. ¿Quién no está pensando en estos momentos en el delfín, en el zorro o en la lechuza? Si estudiamos el comportamiento de algunas empresas o de algunos líderes de éxito veremos como en muchos de ellos es evidente una marcada “escucha atenta”. Una organización con una buena implantación y sensibilización hacia la RSC está constantemente escuchando a sus grupos de interés para poder reaccionar y responder a sus requerimientos.

Para utilizar el tacto, debemos estar lo suficientemente cerca de nuestros colaboradores, de nuestros clientes, de nuestros proveedores, en suma, de nuestros stakeholders. El tacto nos permite percibir otras sensaciones, incorporar otras informaciones, recibir otros inputs que los anteriores sentidos aún no nos habían proporcionado. Al igual que con las relaciones personales, cuando se llega al tacto, se han traspasado una serie de barreras y se está más cerca de llegar a la meta. Una organización que quiera ser Responsable debe tocar a su entorno.

¿Y qué nos quedaría? El gusto. Es el único de los sentidos que está dentro, o mejor dicho, que se manifiesta desde el interior. Si pensamos en una tableta de chocolate crujiente y alguien frente a nosotros se dispone a darnos una onza, podemos hacer un recorrido de los sentidos enumerados. Podremos ver su color marrón, mate, brillante o salpicado de colores. Al acercarnos más, podremos oler su aroma, incluso más allá del cacao si está relleno de algún licor. Al partir la onza, podremos oír el sonido crujiente de la tableta. Es el momento de tocar y coger entre nuestros dedos la onza como preludio de introducirlo en la boca y saborear, interiorizar y fundir el sabor en nuestro interior. Cuando la RSC está dentro de la organización, cuando es inherente a sus actividades, a sus comportamientos, a sus mensajes, a sus valores, estaremos en disposición de decir que somos una organización responsable CON LOS CINCO SENTIDOS.

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